Friday, January 23, 2009

Síndrome de Abstinencia

En la vida de un adicto lo que más miedo da es enfrentarse con el Síndrome de Abstinencia.

Inevitablemente llegó y siempre he sentido que la magnitud de la abstinencia es igualmente proporcional en intensidad a lo vivido, así que… así lo vivo también.

Como adicta declarada y confesa, estuve desintoxicándome. Ataques de ansiedad, falta de aire, mi mente que en estos días no para, y varias veces al día deseo y no quiero otra cosa más que... un poco de lo mismo. Unas tremendas e intensas ganas de recaer… -Con tan solo una llamada podría hacerlo- pienso. Miles de preguntas van y vienen. ¿Y si sólo hago una llamada?, cuando más aturdida estoy a punto de caer una vez más, un poco de claridad y aliento llega logrando deshacerme de esa idea por lo menos unas horas.

El Síndrome de Abstinencia puede producir la muerte y es literal porque esos días no volverán ya, un episodio más de mi vida ha concluido y no exactamente de la forma en que lo deseaba. Renunciar a ello, renunciar a lo que me hace sentir viva, aceptar, asumir, dejarlo ir por que no hay nada más que pueda hacer cuando alguien me saca de su vida; me dejó sin aliento, sin remedio y sin quedarme otra más que bajar los brazos. En ese instante algo muere, algo debes enterrar.

El Síndrome de Abstinencia llega entre las 12 y 24 horas después del hecho y entonces apenas puedes reconocerte, comienzan los síntomas, el vacío es como un abismo, la ausencia pesa y la vida continua.

Una vez que has probado esta droga, que conoces su poder, que experimentas lo sublime, una vez que flotas, que despiertas, que te iluminas, no quieres vivir sin ello. Al principio tu cuerpo se adapta a ello, se va sintiendo bien, tu piel cambia y la mirada te delata, el brillo que reflejan tus ojos habla de como te sientes por dentro aunque quieras pretender lo contrario, ellos lo dicen todo, el semblante cambia. Si el bienestar continua tu cerebro al fin se rinde después de una lucha por no dejar entrar del todo a esta sustancia desconocida. Cede experimentando cambios en su estructura aceptando nuevas formas, nuevas ideas, nuevas sensaciones que van siendo placenteras y después... cae tu corazón. Para quienes poseemos un corazón ansioso, salvaje y hambriento esta droga es el mejor alimento pero también es un constante riesgo ya que en donde ve una oportunidad de volcarse, de perderse, de latir, de expandirse, no mide, no se detiene a tantear, no conoce límites y cada vez requiere de una dosis más fuerte, quiere más… y cada vez más. No entiendo como quiénes pueden vivir sin ese placer. ¿Quien quiere hacerlo?. Sí los hay.

Esta droga es un estimulante puro que mejora tu estado de ánimo, te da la sensación de ser feliz, de flotar, tu capacidad física, metal y espiritual aumenta, hay quienes encontramos en ello la inspiración anhelada a nuestra creatividad, te impulsa a hacer grandes cosas y así de simple disfrutas la vida, la ves de otro color, tus sentidos despiertan, sonidos, sensaciones, sabores, olores e imágenes cobran más fuerza que en lo cotidiano, todos tu órganos lo sienten, tu estómago te habla cada vez que lo sientes cerca.

Los adictos a esta droga no podemos dejarla, sin ella nos es muy difícil vivir, nos es inútil concebir la vida sin estos instantes de pasión e intensidad en la que en lo particular siento que todo lo puedo, es esperanza, es sentirse inalcanzable, pleno, lleno de luz, resplandeciente, es una mañana de sol brillante y cegadora, es sentir todo tu cuerpo y tu espíritu en comunión, es un derroche de energía, de alegría, de éxtasis por la vida, es sentir que todo vale la pena, en resumen es sentirse vivo y sé que aunque hoy pese como arena en los zapatos no puedo estar con un muerto en vida.

La droga de la que hablo no te paraliza, no te permite contemplar los peligros, te orilla a arriesgarte, aunque después quedes hecho una piltrafa, aunque apenas y puedas moverte aunque sientas que tu alma abandona el cuerpo y que éste te duele todito por que el aire se te va consumiendo.

El Síndrome de Abstinencia parece no tener final las primeras semanas. Emociones alteradas, cambio de conducta y un deseo poco tolerable de consumirlo una vez más. La mente no para, volviéndose una auténtica tortura al tratar de descifrar en que momento y por que ya no tienes más acceso a ella. Comienzan los ataques de ansiedad, nerviosismo, alucinaciones en las que crees sentir que tu dealer toca de nuevo a tu puerta para ofrecerte más, sólo un poco más de aquello que tanto te gusta y a lo que eres adicta. Sudas, vomitas y hay escalofríos que recorren todo tu cuerpo, tiemblas, no logras dormir o duermes de más, te dan nauseas y dolores de cabeza.

En los momentos que duermes a veces hay pesadillas, la presencia de tu sustancia favorita aparece en tu sueños, creando confusión al despertar entre sueño y realidad. Resulta incongruente ya que al hacer conciencia de la realidad, al caer en ella y encontrarte sola en la cama, desearías volver a conciliar el sueño. Es lo que los especialistas llaman alteraciones profundas de la realidad y de la percepción sensorial, los sueños son vívidos desagradables en donde se repite una y otra vez el desenlace.

Es por eso que sin ella nos cuesta tanto trabajo continuar, lo queremos de vuelta como sea y bajo las condiciones que sean con tal de volver a tener una bocanada de aire, con tal de probarlo una vez más. Tu mente empieza a tomar ventaja de ello tratando de engañarte y nos decimos que solo una y ya, que será la última, que después de eso entonces tendremos fuerzas para continuar y dejar este vicio definitivamente… y la verdad es que sin superar esta etapa de abstinencia esa última vez nunca llega hasta que llega. Durante este periodo y sumergida en la desesperación, llega por destellos el amor propio que a medida del proceso se aparece más frecuente para actuar junto con tu voluntad y mantenerte firme ante una posible recaída.

Con el tiempo, los síntomas disminuyen y con ello resurge paulatinamente la autoestima y la autoconfianza.

Muchos hemos pasado por estos periodos de abstinencia en donde todo se ve crítico y al final cuando ha sido prueba superada sabes que hay de quienes no hay necesidad de desintoxicarte sino todo lo contrario, atesoras las experiencias por que la huella de su paso por tu vida es el mejor sabor que el amor puede dejarte muy a pesar de que hoy no lo compartas más.

Según los “expertos” una vez que se ha superado la fase crítica del problema, en la cual honestamente aún no me encuentro, se requiere la supresión de la droga por completo, lo cual intento día con día con el famoso lema “solo por hoy”. No puedo descifrar si debo evitar pensar que existe o aprender a vivir con ello a la distancia. Lo que hoy si sé es que sin esta droga no podré vivir, pero tendré que estar más alerta a no volver a consumir algo tóxico, por que esta vez sí que fue nocivo para mi salud.

A pesar de esta nueva herida, la esperanza de vivir mi adicción, sin peligro de ser tóxico, sin que me haga daño continua, aunque sepa también que algún día va a terminar, aunque sepa que nada es para siempre y que también se va a acabar, pero quiero creer una vez más y sentir que jamás se irá, hasta que tenga que irse…